Un poco de historia | Turismo de Borja

De la celtíbera 'Bursau' a la actual Borja

Una historia con orígenes prerromanos

bursau-moneda

Borja es una de esas privilegiadas ciudades que puede presumir de tener unos orígenes que arrancan en la época prehistórica, concretamente en el siglo V antes de Cristo. En esa época, la población celtibera llamada ‘Bursau’ se localizaba en tres cerros cercanos al casco urbano de la Borja actual (‘La Corona’, ‘El Castillo’ y ‘La Cueva Esquilar’). El primer asentamiento urbano se fija en una cueva que aún puede visitarse, en los montes de la Corona. Una característica importante de ‘Bursau’ es que acuñaba su propia moneda.

Es la situación estratégica y la protección que brinda la gran roca del castillo, lo que va a condicionar el desarrollo histórico de la población. El castillo, nunca fue una edificación en el sentido estricto de la palabra. La roca revestida de sillares proporcionaba refugio a una guarnición que hallaba resguardo en construcciones dispuestas en lo alto. Esto se integraba en un dispositivo defensivo más amplio que contaba con otras fortificaciones de apoyo (sobre todo a partir de la época romana).

Este importante asentamiento fue romanizado con la llegada del imperio y pasó a conocerse como ‘Bursao’. Dado que se asentaron en el mismo lugar, se puede hablar de la ciudad celtibero-romana de Bursao. Este núcleo habitado se desarrolló alrededor del castillo y ceñido por murallas de piedra, constituyendo posteriormente una auténtica ciudadela en el interior de la población y que hoy conocemos como el Cinto.

De época visigoda no ha quedado mucha información, aunque lo más probable es que la población permaneciese en esos mismos asentamientos o en zonas cercanas.

Estos asentamientos vuelven a tener un papel importante con la llegada de los musulmanes en el siglo VIII. En esa época se la conoce como ‘Burya’ y que significaría ‘torre’ o ‘fortín’ en árabe. La familia Banu Qasi (hijos de Casio) cuyos dominios incluían la actual Borja jugó un papel importante en la península ibérica durante época musulmana. Esta familia era descendiente del conde visigodo Casio y que acabó convirtiéndose al islam para conservar sus dominios.

La reconquista cristiana se produce en el siglo XII y se hace de forma pacífica, ya que se permite a los musulmanes quedarse en la población, conservando sus propiedades y manteniendo el culto religioso. Sin embargo, su residencia debía estar ubicada fuera de los muros. Al ser expulsados del interior de la ciudad, edificaron sus viviendas junto a una de las puertas, en el lugar que hoy conocemos como ‘El Barrio’.

Conforme la ciudad fue creciendo, fue ampliando sucesivamente sus recintos murados y deslizándose hacia el llano.

En el momento de la Reconquista se sabe que el perímetro amurallado contaba con cuatro puertas, orientadas a los puntos cardinales y cuya situación aproximada era cerca de las actuales iglesias de Santa María y San Bartolomé, junto a la Casa de las Conchas y en la plaza del Olmo. Después de la Reconquista alojó en su interior a la judería.

Debido a las constantes invasiones castellanas, la población se convierte en una fortaleza militar. Recibe el título de Ciudad el 2 de octubre de 1438.
El crecimiento más importante de Borja tiene lugar en el siglo XVI. Es entonces cuando se edifican las más importantes casas y palacios que hoy se conservan y cuando se produce un nuevo aumento de su perímetro amurallado. Surgen así el barrio de San Francisco y buena parte del trazado de la calle Mayor. Se abren también otras puertas y en definitiva, la población adquiere la estructura urbana que hoy mantiene.
En épocas posteriores se asistirá a la construcción de edificios de interés, como los conventos construidos en la mitad del siglo XVII y algunos palacios de indudable importancia. Pero su repercusión dentro del conjunto urbano de Borja no es tan profunda.

En los siglos XVII y XVIII se experimenta un retroceso importante como consecuencia de enfermedades y sequía.

La Guerra de Sucesión Española supone otro periodo complicado para la ciudad, puesto que a diferencia de otras ciudades aragonesas, Borja apoyó la causa borbónica frente a la de los Austrias. Borja fue bombardeada y saqueada tras su conquista. La victoria final del bando borbónico le dio a Borja principalmente reconocimientos reales, ya que le fueron concedidos los títulos de ‘muy ilustre’ y ‘fidelísima’. También se le concedió a la ciudad el derecho a celebrar una feria franca de 15 días en Septiembre (origen de lo que hoy se conoce como ‘Ferias y Fiestas’).

A finales del siglo XIX con la exportación de vino a Francia y la llegada del ferrocarril, Borja vuelve a experimentar una nueva época de crecimiento que duraría hasta mitad del XX.

A partir de la segunda mitad del siglo XX y como pasó otras muchas ciudades aragonesas, Borja fue perdiendo peso ya que su economía estaba asentada en la agricultura, frente a otras ciudades que se vieron beneficiadas por el auge de la industria. Esto supuso una pérdida de población motivada por la emigración de parte de la población hacia núcleos industrializados.

Borja trabaja en la actualidad por aunar y enraizar el crecimiento de una población joven y con inquietudes con el respeto a todo ese conjunto monumental, que constituye el testimonio evidente de un gran patrimonio histórico y cultural de nuestros antepasados.