Primera Planta (Salas III, IV y V)

Sala III: “Cristo y María”
La visita a la planta se inicia en esta sala, en la que se recorre el itinerario que transcurre entre la infancia de María, Madre del Salvador, y las distintas representaciones de la Pasión y Muerte de su Hijo, al que habia ido cuidando desde Niño y acompañado en el momento supremo del Calvario, dando cumplimiento a la voluntad del Padre.
La obra más importante de esta sala es la imagen yacente de Cristo, obra en terracota de grandes dimensiones realizada 1.703 por Gregorio de Messa, escultor bilbilitano que se formó en el sur de Francia, donde aprendió a trabajar el barro cocido. Es el autor, junto con su hermano, del actual retablo de la colegiata. Este Cristo yaciente estuvo en la ermita del Sepulcro hasta su traslado al mueso.
La selección de las obras y retablos aquí expuestos, pertenecientes a diferentes estilos, permiten seguir la evolución experimentada en el tratamiento artístico de la iconografía religiosa, desde la época medieval.

Obras expuestas en esta sala: San Joaquín y la Virgen Niña, Retablo Barroco, Lienzo de Ntra. Sra. de Belén,Sagrada Familia, Madonna de Montalto, Ecce Homo, Virgen del Pilar, Retablo del Calvario, Calvario, Grupo escultórico de la Piedad, Cristo yacente.

 
En las Salas IV y V es donde, a través de las extraordinarias representaciones de las tablas del antiguo retablo gótico que presidia el altar mayor de la colegiata, se puede contemplar en toda su dimensión la trayectoria vital de María y su decisiva contribución a la tarea redentora de su Hijo. La importancia de este conjunto pictórico (debido al número de obras que lo integran se optó por unir las dos salas) y el deseo de exponerlo en las debidas condiciones ha sido uno de los propósitos que impulsaron la creación de este Museo.

Las 15 tablas que se exponen en estas salas formaban parte del antiguo retablo mayor de la colegiata de Santa María, encargado en el 1.460. Desmontado en 1688, las tablas fueron utilizadas para decorar algunas estancias, terminando en el Santuario de Misericordia, de donde volvieron, a finales del siglo XIX, a Santa María para permanecer expuestas en su sacristía.

Durante muchos años fueron atribuidas a otros autores, pero diversas indagaciones y comprobaciones en este sentido han podido fijar, de forma definitiva, la fecha de su realización y la autoría de los hermanos Nicolás y Martín Zahórtiga.

Presididas por la imagen sedente de María, coronada como Reina del universo, la temática de las tablas narra la vida de la Virgen con unos fines claramente catequéticos. A través de ellas puede seguirse la vida de la que estaba a ser la Madre del Salvador en dos etapas claramente diferenciadas: la primera, basada en escenas que intentan reconstruir ese periodo oscuro de la infancia de la Virgen, y la segunda, basada en los relatos de los Evangelios, presenta a la Virgen acompañando a su hijo en el camino de la Redención hasta el momento de la Resurrección.
Este conjunto constituye un excelente testimonio de la sociedad de la época dada la fidelidad con la que han sido representados los atuendos de los personajes así como otros detalles de la vida cotidiana.

Completan estas salas una copia de la traza efectuada por Santiago Marsili con motivo de la reforma del retablo para sustituir a este conjunto de tablas (el nuevo retablo) y una pequeña pieza de gran interés: el modelo en barro que Santiago Marsili presentó al cabildo para reemplazar a la imagen titular (la propuesta de Marsili fue aprobada y es la imagen que preside el actual retablo; ese pequeño modelo en barro se salvó porque el artista lo entregó a las personas que lo alojaron en Borja y al cabo de los años, la familia de D. José María Chueca, decidió donarlo a la parroquia).